
Hace unos días te comuniqué en mis redes sociales, y muy contento, que había terminado con la primera parte de las dos que tenía planificadas para la sexta novela de mi Saga Cib.org.
Entonces te dije que esta primera parte acabó cerca de las cuarenta y un mil palabras, un poco más de ciento cuarenta páginas en mi formato de libro habitual.
Pues bien, en la última revisión (todos los autores autopublicados tenemos el vicio de revisar lo que hemos escrito en busca de errores, o simplemente para recordar algún detalle importante) he decidido añadir un par de ideas que, seguramente, jugarán un papel importante en la segunda parte del libro, que ya está en marcha.
Hibridación
La primera ha sido la de continuar con el «progreso ciborg». Una de las protagonistas tiene, ahora, un brazo robótico y no un cuerpo completo, como otros protagonistas de libros anteriores. No es un capricho: Uno de los temas que más me preocupan de los viajes espaciales (y, al parecer, también afecta al personal de cabina de los viajes en avión) es el de la exposición a un mayor nivel de radiación.
Ese nivel de radiación, en entornos sin atmósfera como la Luna o Marte, podría dar lugar al nacimiento más frecuente de personas con malformaciones. Espero que este punto esté en la lista de comprobaciones del señor Musgo.
En el caso de mi personaje, ese brazo robótico sustituye un brazo incompleto. Creo que no voy a incluir muchos detalles médicos, pero de vez en cuando me cruzo con publicaciones en redes sociales acerca de gente que se dedica a crear este tipo de implantes (incluso, con Lego) para intentar mejorar la vida de las personas con estas discapacidades. Aunque las personas que han nacido sin un brazo o solo con parte de este se han adaptado de forma natural a no tenerlo, cualquier ayuda para integrarse mejor en nuestra sociedad es bienvenida.
No sé hasta dónde llegaré con este punto, pero me hacía ilusión incluirlo como símbolo de mi apoyo a este tipo de actividades.
Comunicación cuántica
Otro de los puntos que parece estar evolucionando más actualmente es el de la computación cuántica. Poco a poco se están consiguiendo ordenadores capaces de eliminar el error intrínseco de esta tecnología, y podríamos tener un cambio radical en los próximos (pocos) años, si se llega a crear un ordenador general que pueda realizar funciones diversas (hasta ahora, se optimizan para una función concreta).
Desde mi cuarta novela, «Revelación», incluyo sistemas de comunicación basados en el entrelazamiento cuántico, en la idea de que dos sistemas pueden estar perfectamente sincronizados a grandes distancias. Entonces, la interacción con uno de ellos debería poder detectarse en el otro de manera virtualmente instantánea, lo que resulta clave en un par de subtramas de mis novelas (no te voy a contar nada aquí, tendrás que leerlas).
Pues bien, en la sexta novela ya propongo que uno de estos dispositivos sea portátil, y uno de los personajes lo utilizará en alguna de sus escenas (tampoco te voy a adelantar nada, para esta tendrás que esperar hasta el verano de 2026).
Con estas dos adiciones (y no descarto que haya más en el futuro) recupero parte de la ciencia ficción «dura» característica de mis novelas, utilizando la tecnología como una parte de la trama, y espero que no parezca demasiado forzado.
Eso sí, ambos cambios han supuesto unas mil palabras más para esa primera parte que, pendiente de nuevas revisiones y correcciones, ya ha llegado a las cuarenta y dos mil palabras.
La sexta novela va tomando cuerpo…